No sabría escribir sobre una desescolarización completa o parcial, soy maestro en la universidad, mi madre y mi abuelo fueron profesores también y la opción de no escolarizar a mis hijos, en realidad nunca me la he planteado.
Te preguntaras entonces, cuál es la razón de mi colaboración con la revista que tienes en tus manos y la respuesta es que me gustaría hablar de lo que sucede cuando la escuela formal deja de serlo tanto y se abre al mundo del arte.
A mi me ha tocado ser la envidia de mis compañeros profesores en más de una ocasión. Se sorprenden de la entrega de mis alumnos con mi “materia”, de la pasión que despierta en aquellos que parecían apagados al fondo del salón, de la transmutación y seguridad que adquieren al subir al escenario.
Soy el maestro de teatro por si no habían adivinado, pero podría ser también el coreógrafo, el guía del taller de escritura, el profesor de pintura…
Una y otra vez en la última hora del viernes, para llenar supuestamente el último renglón de la boleta de calificaciones, sucede que los estudiantes encuentran lo más relevante en su vida de la mano de los profesores de todas las disciplinas artísticas.
En mi campo comienzas un camino de autoconocimiento, de descubrirte descubriendo al otro y comienzas a desarrollar un potencial escondido detrás del velo de los personaje que representas.
Es decir, a diferencia de las asignaturas tradicionales, en las cuales desarrollas habilidades especificas de acuerdo a tu tema, edad, nivel y grado, en el teatro encuentras una puerta, ni más ni menos que a tus propias e infinitas posibilidades de ser.
Por si fuera poco y para que la obra salga bien, tendrás que aprender a trabajar en equipo de forma bastante compleja, con pocas o muchas personas haciendo cosas distintas de forma simultanea, coordinada y sincronizada.
Ah, y lo mejor es que se aprende haciendo, practicando una y otra vez, solo deteniéndose para planear y así poder regresar a practicar más.
Miro mis años de estudiante, en un mismo edificio durante 15 años y puede prescindir de todos los espacios menos de uno, del auditorio en el que nos escabullíamos en los recreos mientras los demás jugaban futbol, ahí en donde debajo de tres focos pelones que servían de luz de trabajo, descubríamos que el mundo entero se encuentra sobre las tablas de cualquier escenario.
No se si la desescolarización sea la solución al tremendo reto que tiene frente a si la educación de nuestro siglo, pero si me parece, que reconocer la importancia y las posibilidades del arte dentro de los planteles, podría hacer una escuela más horizontal, en la que se aprenda haciendo, se trabaje en equipo y en la que la creatividad y no la repetición, sea colocada en el centro de la formación.
“The show must go on”

David Grinberg Preciado Colaboración en el tomo 2 de la revista Desescolarizados
La 1ª revista digital para países de habla hispana sobre educación alternativa, educación sin escuela y aprendizaje autodirigido.
1 de marzo de 2018.
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