Han pasado tres días querido Pe desde que abriste tus pulmones al aire del centro de México. Tu mamá todavía tiene en la sangre bastante anestesia por lo que su sueño es irregular, por eso abre los ojos a las cuatro de la mañana, para darse cuenta que no sabe dónde está.
Incluso se asusta cuando nota que su panza ha desaparecido. Unos segundos le toma recordar que ya naciste, aunque la somnolencia le deja algunas dudas que la obligan a gritar y a pedir verte. En ese momento llega la medio dormida enfermera amante del Mambo que estaba soñando con un cirujano y solo piensa en regresar a su sillón para volverse a dormir. Por eso cuando escucha a tu mamá desesperadamente pidiendo a su hijo, va a la cuna comunal y te trae junto a ella de inmediato.
Por primera vez están solos, por primera vez no hay invitados, ni doctores alrededor.
Te mira y de pronto empieza a repetir aquel poema en árabe que le recitaba su papá en la terraza de Beirut mientras ella jugaba encima de sus piernas. Por supuesto de Gibran Jalil Gibran
“Mi alma me habló y dijo: “No te alegres con el elogio y no te angusties con el reproche.”
Antes de que mi alma me aconsejara yo dudaba del mérito de mi trabajo. Ahora me doy cuenta de que los árboles florecen en primavera y dan sus frutos en verano sin esperar elogio y dejan caer sus hojas en otoño y quedan desnudos en invierno sin temor al reproche.
Mi alma me habló y me hizo ver que no soy más que el pigmeo ni menos que el gigante.
Antes de que mi alma me hablara yo veía a la humanidad dividida en dos clases de hombres: una débil, de la que me compadecía, y una fuerte, a la que seguía o resistía desafiante. Pero ahora aprendí que soy como ambos y estoy hecho de los mismos elementos. Mi origen es su origen, mi conciencia su conciencia, mi pretensión su pretensión y mi peregrinaje su peregrinaje.
Mi alma me habló y me dijo: «la linterna que llevas no es tuya y la canción que cantas no fue compuesta en lo profundo de tu corazón, porque aunque sostengas la luz no eres la luz y aunque seas un laúd con las cuerdas tensas no eres el ejecutante».
Mi alma me habló, hermano, y me enseñó muchas cosas. Y tu alma también te ha hablado y también te ha enseñado. Porque tú y yo somos uno y no hay diferencia entre nosotros, salvo que yo proclamo lo que hay en mi ser íntimo, mientras que tú lo guardas como un secreto de tu intimidad. Pero en tu reserva hay una especie de virtud.”
Ya que tu no entiendes ningún idioma, lo entiendes todo.
Tu madre hace una pausa y te mira.
A partir de ese instante decide hablarte en español, el idioma del México donde naciste y te dice:
– Te quiero Pe
© David Grinberg Preciado 18/10/2010
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