Archivo de la etiqueta: Memorias

2015 Año Fundador

Entramos al último mes del año con temperaturas que bajan muy de repente en la Ciudad de México.

En la Universidad Iberoamericana me pidieron actualizar mi información y en medio del escaneo de papeles y subida de archivos me puse a pensar en las muchas cosas que están sucediendo en los últimos meses.

Entre ellas hay tres, muy diferentes entre si que me encantan.

La primera es comenzar a colaborar con Oded Lida cofundador de esté blog y experto en tecnología digital. Me llena de emoción poder aportar y aprender de su increíble experiencia.

La segunda es continuar dando clases en la Ibero a una nueva generación de jóvenes más conscientes de la importancia de su aportación en la construcción de una realidad que debe alejarse a toda velocidad del contexto actual tanto del país como del mundo. Constatar como los medios de comunicación se vuelven cada día más nuestros. Ver claramente que estamos dejando atrás a las corporaciones y gobiernos que mediaban entre la información y los receptores. Los medios digitales son las herramientas facilitadoras de esté proceso.

La tercera es la oportunidad de convertirme en cuenta cuentos para los hospitales del seguro social. Poder emprender viajes a las tierras misteriosas de la literatura para dibujar sonrisas en adultos y niños enfermos es también un regalo maravilloso para mi.

Por cierto, vuelve a nevar en WordPress.

Hasta aquí las novedades queridos lectores. Les dejo abrazos para todos y una foto del paraíso, un mural sinagoga histórica del centro de la ciudad.

Paraiso

 

Video Yosomos en la Universidad Iberoamericana

Queridos lectores:

Gracias a mi querido amigo Jaime Langarica por la grabación, hoy les puedo compartir el video completo de la presentación de mi libro Yosomos en la Universidad Iberoamericana el pasado 15 de enero.

Tuve el honor de que  Ana de la Macorra y el Doctor Luis Miguel Martínez, hayan sido tan generosos en presentar el libro de una forma tan emotiva. Los invito a comprobarlo escuchando sus palabras y a por supuesto a leer Yosomos

Acá les dejo el link para su descarga.

Libro Yosomos

Gracias y un abrazo para todos.

 

 

1994 1 2014 43

En 1994 México era un lugar más seguro de lo que es hoy. Si bien comenzaba el conflicto en la selva de Chiapas y se había asesinado a un candidato presidencial, no se descubrían fosas con cadáveres ni se desaparecía por millares a las personas.

Con al menos una excepción: mi hermano Jacky, Jacobo Grinberg Zylberbaum.

20 años han pasado y en resumen ninguna autoridad ha dado con su cuerpo, ni con un solo signo de vida.

Y nos duele a tantos y nos duele tanto todavía.

En 2014 la lista oficial de desaparecidos suma ya decenas de miles y basta leer las noticias para saber que los cadáveres aparecen por cualquier rincón del país. Y cuando parecía que nos habíamos acostumbrado, cuando solo quedaba no despertar ya más de tanta anestesia espesa y roja, el estado asesina a 6 y desaparece a 43 jóvenes estudiantes de  Ayotzinapa, Guerrero.

El dolor y las matemáticas, el luto y los números son incompatibles. Sin embargo cierro los ojos y trato de multiplicar la incertidumbre y la desesperación experimentada por una familia, mi familia,  por 43.

1 X 43

Operación macabra que solo lleva a sentir desesperación.

Pensaba esto ayer caminando por las calles de una ciudad indignada, cuando una estudiante que repartía pequeños papeles, solo media cuartilla, me entrego 1 e inmediatamente salió disparada, huyendo, o quizás volando, ya que al leer lo que me dio dude de su corporalidad.

No viene firmado, se trata de palabras desnudas. Palabras que flotan en un país que ha perdido tanto, que ya también ha perdido el miedo.

«Debajo de la tierra yacen unos pequeños zapatitos, sin nombre ni rostro, junto a ellos ropa desconocida, fosa tras fosa la misma imagen, solo números, una estadística más, manipulada para ocultar un ancestral dolor ¿Qué importa? ¡ No son los normalistas ! Para qué indagar su historia? ¡Quienes son da lo mismo! ¿Verdad?

Los Abarca caen. Un títere más cuyas cuerdas fueron cortadas para distraer mientras el titiritero se burla del engaño. ¿Hasta cuando seremos ingenuos espectadores de un rojo espectáculo lleno de poder y hastío? ¡Claro es fácil negar el apoyo a quienes -con rabia- desentierran zapatitos en busca de un hijo o una madre! ¿Y cuándo sean nuestros hijos, también entonces, seremos indiferentes?»

 

Palabras de la Presentación de Yosomos

Queridos lectores:

Les comparto mis palabras en la presentación de mi libro el 10 de octubre

Buenas tardes a todos estoy feliz de regresar a Tlaxcala.

Agradezco al maestro José Arellano y a Xadani su invitación a este hermoso espacio.

A Ana de la Macorra y a  José Arellano por sus palabras.

A mi esposa Mery por estar aquí y a todos ustedes por el favor y el calor de su compañía.

Yosomos es un palabra mal dicha quizás, inventada por mí a fin de cuentas y que se me ocurrió caminando por un parque del otro lado del mundo.

Me gusta ser concreto, resumir, por eso me pareció en ese momento, que había encontrado en esta palabra que no existe o no existía, un resumen de varias ideas que me han obsesionado desde que descubrí de la mano de mi hermano Jacobo que la mente no está alojada únicamente en nuestro cerebro, que también está en el colectivo, en la nube, en la lattice y que ese campo de conexión está habitado por toda la conciencia, además de por la que cada uno de nosotros posee.

Somos nuestro país hoy más que nunca ensangrentado, somos nuestra religión integrada a los huesos y a los sentidos, somos las ciudades y pueblos que pisamos en vida y a través de las huellas de nuestros padres y abuelos, somos nuestros hijos y todo lo que les dejamos, ese todo que siempre nos parece poco, somos nuestros amigos, alumnos, maestros…

Este libro que hoy presentamos es también breve y concreto. Se trata de un juego de identidad en el que me atrevo a ser muchos para poder buscar quién soy o quiénes somos, no hay mucha diferencia entre el plural y el singular.

«Pienso luego me desaparecen». Decía la cartulina arrugada de un estudiante hace dos días en una marcha de rabia por lo que pasa en nuestro país. Escrita con plumón y con prisas, esta poderosa frase no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza, ya que si bien expresa una verdad incuestionable  a la luz de los últimos acontecimientos, también es cierto que las ideas no pueden desaparecer, y si para Ray Bradbury los libros son indestructibles aunque sean quemados por sus bomberos de Farenheit 451, este libro deja mi identidad en cierta medida fuera de mi y eso no sé porqué me resulta liberador.

¿Qué podemos hacer en un mundo enloquecido por el dinero, el poder y la violencia? ¿Qué nos queda a los que no hemos perdido la esperanza?

Nos queda dejar en la conciencia universal nuestras ideas usando libros, paredes, la web y toda experiencia de libertad.

Invitados todos a leer y sobre todo a volver a Descartes, a pensar para luego existir.

Con su permiso voy a leer un poco del libro…

Libro Yosomos

David  Grinberg Preciado 2014
David Grinberg Preciado 2014

 

Presentación «Alicia…»en San Ángel

«Hace 20 años el Dr. Jacobo Grinberg desapareció sin dejar huella, nosotras sus alumnas, Leah Bella Attie y Amira Valle afirmamos que su labor quedo inconclusa y nuestras investigaciones deben de ser difundidas, asi como nuestra experiencia en el laboratorio posterior a su desaparición.
Alicia en el País de la Consciencia es el libro que hemos escrito.»

Bienvenidos
Leah y Amira

Con estas palabras las escritoras nos invitan a la presentación de su libro este domingo 21 de septiembre a las 5:30 PM en la Librería Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo 121 al sur de la ciudad de México.

Me han hecho el honor de invitarme a presentarlo, así que los esperamos a tod@s en este emocionante evento.

Abrazos

Alicia sep

Safed

Entre la niebla y lo empañado del parabrisas del Tsuru gris era casi imposible ver el camino.  Rossana, la copiloto, tenía que limpiar a cada rato el vidrio con unos Kleenex que estaban por terminarse. Llovía mucho por la carretera que va de Xochimilco a Oaxtepec, algo normal en el verano mexicano, lo extraño más bien, era que ese camino nos llevara a Tzfat.

Safed o Tzfat es una ciudad en la Galilea famosa por sus grandes cabalistas, durante cientos de años ha sido considerada un centro místico. Jackie le llamaba así a la casa que albergaba el Instituto Nacional para el Estudio de la Consciencia (INPEC) el cual dirigía aunque no tuviera a nadie a su cargo  y también era uno de sus dos lugares de residencia.

– Allá están los puestos de quesadillas.

-Por fin.

Bajamos del coche algo mareados y corrimos a refugiarnos de la tormenta bajo el techo de asbesto ennegrecido por el carbón del anafre. Del Renault 12 se bajaron Jackie y su segunda esposa Tere que ya nos esperaban.

Abrace a mi hermano como si nos hubiéramos encontrado en la punta del Himalaya.

– ¿Cuatro caldos de hongos para empezar?

-Si señora por favor.

Y como buenos Grinbergs nos dedicamos a comer y a hablar en buenas cantidades.

-Aquí les pongo las de Cuitlacoche con queso y las de flor de calabaza.

– Gracias. Ah y unos tacos de cecina también.

Bueno, hablábamos todos menos Tere que estaba de un humor infernal.

Mientras comprábamos alegrías a un vendedor de dulces artesanales las nubes se fueron por completo.

-Vamos a tener que bajar caminando, con tanto lodo los coches no van a llegar.

Entonces Jackie que no podía soportar el ruido del silencio de Tere propuso una meditación.

-Caminamos hasta Tzfat, son como veinticinco minutos, esta prohibido hablar, se trata de sentir cada una de nuestras pisadas en cada parte de los pies, pensar solo en nuestros pasos. Concluyo mirando a Tere  – Ni una palabra.

Nos adentramos en el mínimo sonido de nuestras pisadas sobre el bosque hasta que llegamos.

Dentro de una sencilla obra estaba un estudio con una máquina de escribir portátil, una sala para dar clases o meditar y una pequeña habitación.

Afuera Jackie había construido un ingenioso sistema para recoger el agua de la lluvia guardándola en una enorme cisterna. Estaba tan bien hecha, que cubría todas las necesidades del año.

–       Vengan les voy a enseñar la torre.

Bajamos el empinado jardín hasta llegar a una torre redonda hecha de piedra.

–      Siempre soñé con construirle un castillo a Estusha mi hija, así que dibuje esta torre y se la di a un maestro para que me la hiciera con las piedras que hay por aquí cerca del río.

Así era o es mi hermano mayor, parecía que todos los obstáculos que hay entre pensar algo y hacerlo simplemente no existiesen o al menos no tuviesen ninguna importancia.

Rossana y yo estábamos encantados mientras que Tere se había quedado lejos, del otro lado del terreno.

–       ¿Quieren conocer un lugar mágico?

–       Claro. Conteste

–       Todavía más. Dijo Rossana

–       Vengan

Bajamos los tres hacía el río que corría debajo de Tzfat, lo cruzamos haciendo un camino de piedras y caminamos en medio de la espesa niebla, hasta que, dejando atrás el espeso bosque llegamos a un llano.

-Ya estamos aquí. Ahora les toca descubrir porqué es mágico.

Miramos en todas las direcciones, la verdad es que entre la niebla, los árboles milenarios y la poca luz que le quedaba a la tarde era difícil ver algo que no lo fuera.

Pero sabíamos que había algo más. Rossana descubrió el primero, luego me di cuenta que todos eran iguales, no había ninguno de tres hojas.

–       Todos los tréboles tienen cuatro hojas ¡ Todos!

Esta entrada fue publicada originalmente en yosomos.com el 21 de octubre de 2009

Mis Alumnos

http://encontraarte.wordpress.com/
http://encontraarte.wordpress.com/

 

Queridos lector@s:

Empece a dedicarme a la enseñanza desde muy joven, prácticamente desde los 16 años, cuando guiaba grupos de niños pequeños en la Shomer Hatzair de México. (La Shomer es un movimiento judío, sionista, socialista y scoutico muy peculiar y entrañable del cual me gustaría escribir en otro momento) Desde entonces y de forma ininterrumpida me he dedicado a ser maestro en contextos formales e informales.

También desde muy joven y siendo aún pasante de licenciatura, comencé a dar clases en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, conocida por todos como la Ibero.

Durante varios semestres desde mediados de los noventas trabaje en esta universidad de manera intermitente, dando clases que tienen que ver con teatro o con dirección de actores.

Esta primavera de 2013 fue diferente, ya que me ofrecieron impartir el Laboratorio de Comunicación Interactiva y entre las múltiples cosas que enseñe y aprendí de mis alumnos, destaca la exploración de los espacios digitales para expresar contenidos con las mejores herramientas y pudiendo llegar de inmediato a cualquier parte del mundo.

El semestre ha terminado y quiero compartirles los blogs de wordpress que ellos lanzaron al ciberespacio, con contenidos que van desde el ocio hasta el arte y para audiencias que van desde niños hasta personas de la tercera edad.

Espero que los disfruten tanto como yo, tanto como sus creadores.

Feliz día de parte de un orgulloso maestro.

Carta 1 a Jacobo Grinberg Z

Querid@s lector@s:
 
Retomando la sección «Cartas a Jacobo Grinberg» les comparto el siguiente texto de uno de sus colaboradores de la UNAM, se trata de Manuel González Oscoy, al que damos una calurosa bienvenida a Yosomos.
Espero disfruten la carta tanto como yo.
 
 6-06-07.

Mi buen Jacobo:

Han pasado ya doce años desde tu desaparición. El 8 de diciembre de 1994 fue el último día en que supe de ti, el día 12, día de la Virgen de Guadalupe, era tu cumpleaños y tu familia te estaba preparando una fiesta a la que nunca llegaste. No era raro en ti, y más sabiendo que en pocos días te marchabas al Tibet. Al principio todo mundo supo que así había sido, ya tenías los papeles y habías comprado los boletos.

Eran pocos días antes de salir a las vacaciones de diciembre, la UNAM iba a estar cerrada por tres semanas y cada uno de los del laboratorio ya teníamos planes: Leah, la bailarina de danzas tradicionales judías, Luis el poeta que hacía aikido y pensaba irse a Londres para seguir  estudiando, Ruth la psicóloga alegre con gran facilidad para el yoga, Dulce la sufí que después se volvería tu cuñada, Alejandro que pasaría de la psicología a la psicoterapia por el arte y yo simplemente un hombre bueno como me pusiste en tu última dedicatoria.

San Manuel Bueno como la novela de Unamuno. Faltaba ya el otro Manuel el genio autodidacta apasionado de las motos.

Éramos junto con otros  los del laboratorio, tus alumnos, tus colaboradores y algunos -a la larga- tus discípulos.

Había otros como Arturo y Juan, aquellos con quienes me invitaste a conocer a Carlos Castaneda; Tere tu esposa o Terita como la nombrabas y obviamente Estusha, la grande y querida Estusha, tu hija.

Por el lado de tu casa tus hermanos: Nathan, Jerry y Ari el actor atormentado por su trastorno bipolar que un día nos regaló el gran gusto de oir parte de tus teorías en medio de la telenovela de moda “Mirada de Mujer”.

No diré que somos tus huérfanos o tus deudos al estilo de las viudas de Colosio, somos más bien tus añorantes.

Cada uno hizo su vida: Leah se fue a Florida, Manuel escribía reseñas sobre video juegos, yo llegue a ser funcionario universitario y Estusha sigue dedicada a su gran amor: la música y más todavía a sus otros grandes amores: Leilani e Ixchel, sus hijas, tus dos preciosas nietas a las que no conociste.

Han hablado de ti en España, en la Interpol y hasta en “La Mano Peluda” un programa radiofónico de lo sobrenatural muy conocido.

Has sido secuestrado, torturado, asesinado. Te vieron ayudando a Marcos en la revolución zapatista y caminando con un turbante más y 15 kilos menos por las calles de la Condesa. Se culpó de tu desaparición a Carlos Salinas de Gortari, a la NASA, a la ETA y al gobierno secreto atrás de los Hombres de Negro. Eres ya un Iluminado, un Trascendido, alguien que se fugó de la Realidad por una puerta interdimensional  en las montañas de Tepoztlán, por ahí entre la ventana y la poza de Quetzalcóatl.

Eres ahora un referente New Age, un mártir de la ciencia, el gran psiconeurofisiólogo mexicano que, en las neurociencias, descubrió petróleo y no le alcanzó la vida para refinarlo. Eras sí un neurótico iluminado, cronista de Pachita la chamana norteña y aprendiz de Don Panchito, el sabio nahual maya pero, siempre, cuando menos para mí, mi Querido Maestro mi buen Jacobo.

Manuel González Oscoy

 

 

 

Guadalajara

Querid@s lector@s:

Invitado por Fernando Barba y sus Buscadores de Sabiduría les escribo desde Guadalajara en donde acabamos de concluir el taller de Teatro Cuántico.

Me siento feliz de haber regresado  y con alegría les comparto con estas fotos cómo poco a poco nuestro Proyecto Yosomos pone a volar a más viajeros en más lugares y cómo llevamos con nosotros una manera diferente de aprender con diversión y alegría a conocer nuestro universo y nuestro papel como observadores conscientes de nuestro papel en el cosmos.

Me encontré con una ciudad hermosa y llena de vida y aunque había estado decenas de veces aquí  es hasta este viaje que descubro la belleza de una ciudad que no quiere perder sus encantos ni ceder frente a provocaciones de terror venidas de distintos flancos.

Como siempre me encuentro con la calidez tapatía, con los mejores sabores de su comida picante y le agradezco al universo la oportunidad de despertar en Zapopán con un sol de primavera que promete maravillas para el día.

Gracias Guadalajara, un abrazo y los esperamos próximamente en su ciudad.

Las zapatillas rotas. ¿Cómo educar desde una conciencia plena?

Querid@s lector@s:

Hoy quiero presentarles con este maravilloso texto a una amiga que conocí hace ya un año en Guadalajara en un taller de Teatro Cuántico. Inés, que vive en Metepec (Toluca), estaba entonces en Jalisco por casualidad y fue maravilloso tenerla entre los viajeros de ese día. Tiempo después me invito a impartir el taller en su ciudad y más adelante me animo a estrenarlo con jóvenes en la escuela de su hijo Santiago.

Por supuesto nos hemos hecho muy buenos amigos y hemos tenido la posibilidad de compartir muchos buenos momentos con toda la familia.

Les presento a Inés López de Arriaga bailarina y coreografa, ,finalista del Premio Nal de Danza UAM- INBA 1988, teatrera (UNAM), psicoterapeuta, maestra certificada en el método de autodescubrimiento asistido HAKOMI. Tiene pasión por la enseñanza y una gran esperanza en el cambio de conciencia de la humanidad.

Las zapatillas rotas. ¿Cómo educar desde una conciencia plena?

Por Inés López de Arriaga

Siempre fui una niña callada, extremadamente tímida, rodeada de adultos y hermanos adolescentes. Mi mundo era el ballet, La Academia de Ballet de Coyoacán era una escuela muy prestigiada y su directora era tan temida como admirada. Un día me puse “rebelde”, tenía 12 años y estaba convencida que los pies se me veían más lindos con mis zapatillas viejitas y rotas que con las nuevas que mi mamá me acababa de comprar en la “tiendita” de la academia. Así comenzaron los primeros acordes del piano y desde mi lugar en la barra vi como se le brincaban todas las venas del cuello a “Miss Ana”. No me gritó en ese momento porque, para aumentar mi falta, ese día teníamos una invitada especial en la clase. Una vez hecha nuestra caravana de despedida, corrí con mis cosas en la mano y me escondí debajo del piano del salón próximo. Sólo después de unos cuantos minutos comencé a oír los gritos: ¿dónde está Inés? Sabía muy bien lo que me esperaba y permanecí alrededor de una hora escondida presa del pánico y urdiendo una mentira para que mi mamá no me regañara por usar esas zapatillas y no las nuevas. Ni para que decir que todo fue un desastre lleno de gritos insultantes entre mi madre y la maestra y ese día fue mi último día en esa escuela. Siempre me quedó una culpa espantosa por haber mentido y por haber retado una regla básica de la disciplina del reino rosa del ballet. Sin embargo con los años, al ser yo misma maestra de adolescentes y ahora madre de un par de esos raros especímenes, me he preguntado, ¿por qué nadie se sentó tranquilamente a reflexionar conmigo el por qué de mi conducta? Que además era del todo atípica en mí, así que algo estaba cambiando y merecía atención, ¿qué había detrás de mi acto de rebeldía?

Esta anécdota, determinante en mi vida en muchos sentidos, aunque parezca trivial, me sirve de punto de partida para hablar de una enorme carencia en nuestra educación: el autodescubrimiento, la autoconciencia. Aprendemos, si es que se puede llamar aprendizaje, a distinguir el bien del mal, desde un lugar de miedo total al castigo, sea éste terreno o divino, a la mirada fulminante y a veces la ira de ese grupo temible que son los adultos, los únicos con poder para determinar nuestros destinos: una semana sin tele, hoy no hay postre ó te destierro de mi reino dancístico  y  estarás destinada a vagar sin rumbo por los parajes de las artes escénicas. La verdad es que estamos lejos de ese ideal de la paideia de formar seres integrales el cuál, de hecho, coloca a la ética en un lugar central.  Lograr el cultivo de esa voz interior, de el famoso daimon de Sócrates, debiera ser una vez más, el objetivo central de la educación, sin duda una necesidad patente en estos tiempos violentos. Y es que la violencia genera violencia, y ante ese eminente abuso de poder que muchos padecimos de niños, bien podemos crecer con ganas de pasarnos al otro lado, al del poder sin razón.

Para los griegos era importante la educación de la ciencia así como era importante la educación política pero, ¿cuál sería el elemento que completara a la educación para no dejar ciegos a los discípulos? El saber politécnico “ignora lo que son los hombres; aquél (saber político) no sabe lo que son las cosas”. (Moreau, 1959; 19) Entonces, si bien estos saberes se complementan, el elemento faltante para cerrar el círculo debiera ser, desde luego, un saber ético. La pregunta sobre la que se sentaron a reflexionar los educadores griegos fue: ¿cómo formar hombres de bien? ¿cómo le hacemos para enseñar la virtud? ¿acaso es posible enseñarla? Menudo debate en el que se metieron, si la virtud no es una ciencia ¿cómo se puede transmitir ese saber?  Pero, para Platón esta cuestión era el punto de partida de la teoría de la educación y de toda su obra filosófica.

El conocimiento del bien es un conocimiento dinámico, no es un código que proviene del exterior, una serie de leyes externas que rigen nuestras acciones, como nos han hecho creer. Es una acción constante de nuestra conciencia capaz de observar momento a momento nuestra experiencia y así determinar qué es aquello que es bueno, no sólo para mi sino para los demás. “Platón ridiculiza a los educadores que se jactan de introducir la sabiduría en el alma, como se llevaría a un ciego. Según él, el alma nunca está desprovista de la facultad de ver; sólo es preciso enseñarle a mirar como es debido”. (Moreau, 1959; 29)

La reflexión es el instrumento para enseñar al alma a mirar. La dialéctica es un ejercicio de reflexión en el que despertamos a esa voz interior, como podríamos llamarlo también, a esa parte de nosotros mismos que “sabe”.

Mientras escribo esto pienso en el cuento de Pinocho, todo lo que ha debido pasar ese pobrecillo muñeco de madera antes de encontrar en su interior la voz que le permite discernir entre lo bueno y lo malo y que es, de hecho, lo que le permite convertirse en un niño de verdad, lo que le da un alma. Sin embargo, todos vivimos nuestro propio periplo hasta lograr escuchar esa voz interior que nos guía. Pienso, que es una voz difícil de distinguir entre tanto ruido, vivimos una sociedad que nos aleja sustancialmente de esa capacidad de escucharnos, la aventura heroica parece ser simplemente, lograr atravesar ese bosque de distracciones y sentarnos unos minutos a solas con nuestra propia voz.

Esto es el secreto de otras culturas acostumbradas a la reflexión, la meditación no es otra cosa que este sentarse con uno mismo y conectarse con ese saber interno, innato. La práctica de la atención plena nos ayuda a cultivar esa mente espaciosa donde el conocimiento del bien tiene su morada.

¿Cómo sería una sociedad que enseñara a sus niños esta capacidad de autodescubrimiento, de autoconciencia? ¿cómo sería nuestra sociedad si le diéramos a los niños la oportunidad de reflexionar sobre sus actos y aprender de su experiencia, más que a temer constantemente al castigo?

De entrada imagino que sería una sociedad mucho menos violenta y mucho más amorosa.  Según Platón, esta aspiración de que nos sea revelado el valor supremo de la verdad se expresa por el símbolo del Amor. “Desde la belleza visible, que habla a los sentidos, seremos llevados a reconocer la belleza moral, que exalta los corazones; luego descubriremos una hermosura más secreta, que se descubre solamente a la inteligencia matemática, la de las relaciones armónicas; y de ahí podemos, finalmente, elevarnos al principio de toda armonía, el manantial de todo valor, a la intuición del Bien absoluto”. (Moreau, 1959; 32)

Imagino entonces, una sociedad en la que ser publicista es mucho más difícil por que las personas son menos susceptibles a que les vendan “espejitos”. Un mundo en el que el arte, la ciencia y la cultura son predominantes y no así el “mercado”, la oferta y la demanda. Son los valores éticos y no los mercantiles, los que deciden nuestro rumbo.

Es como si la educación concebida por los griegos fuera un mandala cuyo centro está conformado por episteme, techné y ethos, y de ahí surgiera en bellas y perfectas figuras, la vida de los hombres de bien. Es un proceso integrado que se desarrolla de adentro hacia fuera.

Hoy en día, la educación parece estar tomando conciencia de que los resultados de una tendencia atomista, reduccionista y pragmática son hombres solitarios, narcisistas, vacíos, sumidos en la más dura pobreza espiritual. Parece que al proponer este modelo de educación por competencias quisieran retomar estos tres saberes de los griegos y hablan del conocimiento declarativo (episteme), conocimiento procedimental (techné) y conocimiento actitudinal (ethos). Aunque el problema es que la visión sigue siendo fragmentada, son como piezas de rompecabezas que se unen pero de algún modo siguen sin conformar la gestalt. Y es que, desde mi punto de vista, el asunto sigue girando en torno a necesidades externas, seguimos concibiendo la educación como ese proceso de engrosamiento de las filas de producción. A ver, a ver, ¿qué nos está saliendo mal? La gente roba, mata, extorsiona, trafica… ¡ah! Si claro, retomemos los valores, agreguemos esa pieza al modelo educativo… pero ¡si de ahí debiera partir el modelo educativo! Mientras no entendamos que lo más importante a cultivar en los individuos, antes que ningún otro saber, es la capacidad de la reflexión, del autodescubrimiento, nada cambiará en nuestras sociedades, nada cambiará en nuestras escuelas y nada cambiará en nuestros niños, que seguirán aprendiendo de mano del castigo temido de todas las “Miss Anas” del mundo.

Como dice Joseph Moreau, debiéramos enamorarnos de la verdad y de los valores eternos, ya que “Únicamente éstos dan un sentido, una eficacia y un precio a la obra de la educación”. (Moreau, 1956; 33)