En el ejercicio de entender la individualidad como algo colectivo y atemporal fueron surgiendo estas historias que hoy, querido lector, tienes en tus manos.Inventé la palabra Yosomos para mi blog http://www.yosomos.com porque resume la idea de que estamos conformados por muchos Yos, entre ellos los que hemos sido y los que nos rodean con nombres diferentes al nuestro. Yos todos, que gracias a la experiencia de vivir vamos incorporando a nuestro ser hasta ya no distinguir la separación.Este libro no se podría llamar diferente y al igual que la bitácora nace primero en Internet. La red de redes sirve como metáfora de la interconexión y la no localidad de la consciencia humana.Buena lectura, buen viaje.
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Historia de Jánuca
Llegamos a San Cristóbal de las Casas Chiapas, en diciembre de 2011, justo el día en que se enciende la quinta de las 8 velas de la fiesta de Jánuca. En el centro de la ciudad, increíblemente, se había colocado un candelabro conmemorativo y un rabino bastante desorientado se disponía a encender las cinco velas, una por cada día que llevaba la festividad. Mis hijos que en aquel entonces tenían 7 y 11 años se acercaron felices al festejo.
Mientras el rabino repartía los panes dulces típicos de Jánuca (Sufganiot) y al escuchar que le hablaba en hebreo, me pidió que le ayudara a traducir unas palabras. Así que frente a un pequeño grupo de personas que pasaban de casualidad por la plaza, me puse a hablar de la fiesta de la luz y su misión de iluminar a toda la humanidad.
Nos despedimos y comenzamos a caminar por la hermosa y fría ciudad de San Cristobal. En sentido contrario al nuestro, una pareja de israelíes, venía con una niña pequeña, hablando en hebreo, así que aproveche para desearles una feliz Jánuca. Por supuesto iniciamos una conversación que nos llevó a que nos recomendaran conocer un lugar llamado Tzahala. Nos despedimos y cada familia siguió con su paseo.
Al otro día fuimos a un improvisado cine zapatista que opera en la ciudad de manera muy original. Uno renta una película y se mete a un cuarto en dónde hay una tele para verla. Nosotros cuatro habíamos escogido un documental del movimiento zapatista para niños y teníamos seis lugares en la sala. Cuando estábamos a punto de entrar a nuestra película, llego una pareja buscando ver algo. Ya que todas las salas estaban ocupadas, los invitamos a que nos acompañaran, sin embargo no se animaron.
Se acabo la cinta y de nuevo fuimos a pasear por San Cristobal para buscar algo para cenar. En el camino nos encontramos de nuevo con la pareja del cine. Nos quedamos hablando con ellos y Mery mi esposa les pidió que le recomendaran una comuna en la selva, algún lugar seguro para los niños. La pareja no lo dudo, nos recomendaron nuevamente Tzahala y nos dieron todas las indicaciones para llegar.
Al otro día salimos a la búsqueda de la ya famosa Tzahala, llevando con nosotros un poco de ropa por si decidíamos quedarnos a dormir. Emprendimos el camino a Ocosingo y a la media hora de camino, mi hijo Gad de entonces 7 años nos preguntó si llevamos la Janukiá, el candelabro de la fiesta, para encender la octava y última vela de Jánuca. Mery y yo nos quedamos mirando y le dijimos lo que pensábamos era una mentira piadosa.
– Se nos olvido, pero seguramente ahí encontraremos alguna.
Una hora después y siguiendo las ambiguas instrucciones que nos había dado la pareja, pasamos un basurero, dos curvas más y nos orillamos. Baje la ventanilla del coche y le pregunte a una mujer:
-¿Conoces a Silvane?
– Soy yo.
Me contestó.
Más tarde nos enteraríamos que Silvane llevaba semanas de no acercarse a la carretera, nos recomendó un lugar para dejar el coche, bajamos nuestras cosas y la seguimos por un pequeño sendero que continuaba aproximadamente un kilometro adentrándose en la selva.
Llegamos a la comuna y al entrar una familia se despidió de Silvane. Entonces ella nos dijo:
-Si quieren se pueden quedar en cabaña que acaban de dejar, justo cabe una pareja y dos niños.
Felices pasamos el día conociendo el paradisiaco lugar, ayudamos a cosechar café y nos bañamos en el río.
Al llegar la noche fuimos a preparar la cena al comedor comunitario. Mientras cocinábamos y charlábamos, Gad encontró un pequeño espiral y preguntó:
– ¿Qué es esto?
Silvane nos contó que hace 8 días vino una pareja de israelíes con un niño pequeño y construyeron ese candelabro en forma de espiral para la fiesta de Jánuca.
Emocionados prendimos las ocho velas del último día de la fiesta, la noche en que según la tradición, el candelabro arroja más luz para la humanidad.
El Viejo Leonard
Una voz grave, surgida desde un mundo inquietante, canciones de amor que me llevan a la intimidad más profunda, historias de todos y de todas.
¿Quién no se enamoró alguna vez de Susan o de Jane?
¿Quién no ha bailado hasta el final del amor?
Y ayer se fue de la Tierra, casi librándose de saber lo de Trump.
En la noche decidí escuchar solamente una canción, «El Futuro», pensando en lo que predice. ¿Estamos ahí? ¿Si nos alcanzó el futuro?
O con suerte, por esta vez Cohen se equivoque y volvamos en México, en Estados Unidos, en Colombia, en Europa y en el mundo entero, a la cordura.
Descansa en paz Leonard y gracias por los momentos y las advertencias.
Verano para Maestros
Queridos lectores:
Llega el verano a la Ciudad de México y cada vez más colegios salen de vacaciones haciendo que, aunque sea un poco, el tráfico disminuya.
Aunque para mi las lluvias del verano anuncian que se acercan los talleres y cursos para maestros de la Universidad Iberoamericana y eso me emociona mucho, ya que tendré oportunidad de impartir tres:
El Taller Teatro Cuántico.
El Taller de Fomento a la Lectura.
Y por primera vez el Taller de Contenidos Digitales Educativos, el cual explorará las posibilidades dentro del aula de la tecnología y las redes.
Les dejo toda la información de mis talleres y los de mis colegas para que se deciden a acompañarnos.
Abrazos.

Gracias por venir a la presentación de Yosomos
Queridos lectores:
Escribo para compartirles la maravillosa tarde que pasamos ayer presentando el libro, hablando sobre la auto publicación y por si fuera poco, inaugurando con nuestra conferencia la Biblioteca de la Sala de Exposiciones del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS.
Las palabras con las que comenzó la poeta Ana de la Macorra me llenaron de animo para seguir escribiendo y compartiendo mis historias.
Tuvimos la fortuna de contar con un público entusiasta y participativo.
Una de las preguntas que me hicieron fue ¿Qué busco decir con el libro?
Mi respuesta fue: busco compartir mi visión de la identidad la cual abarca más el plural que el singular. Pero sobre todo me interesa contar historias, compartir e inventar algunos recuerdos e invitar a mis personajes a escribir conmigo. Y no es tan metafórico… si no me creen, lean el libro.
En fin, una tarde de fiesta de las palabras, algunas pocas escritas por mi y otras muchas que esperan a los lectores en la nueva biblioteca.
Un placer, un honor. Gracias Diana Heredia e Instituto Mexicano del Seguro Social por la invitación y gracias Ana por la presentación.
Les dejo otra foto y un fuerte abrazo
Y claro, el link para comprar el libro Yosomos
Presentación Yosomos IMSS
Estimados lectores:
El lunes 12 de octubre a las cinco de la tarde tendremos la presentación del libro en el Centro Médico Siglo XXI.
La poeta y gran amiga Ana de la Macorra nos acompañará y espero que muchos de ustedes puedan venir a nuestra fiesta de las letras.
Y si aún no tienen su libro, al finalizar los venderemos.
Todos abrazados, todos invitados.
Del Taller de Fomento a la Lectura
Estimados lectores:
La semana pasada impartí el taller de Fomento a la Lectura en la Universidad Iberoamericana.
Un grupo de profesores de diversos colegios de bachillerato me acompañaran en la aventura que año con año emprendemos por el universo de los libros, las palabras y el entusiasmo por la principal herramienta de aprendizaje: la lectura.
El último día César, un nuevo amigo, escribió un texto nos encantó por la nostalgia evocada en los capitalinos de mi generación que nos acompañaban, así que al final del taller le pedí permiso para compartirlo con ustedes mis queridos lectores.
Que lo disfruten y gracias a César Quiroz
El día que me volví charrocker.
Por César Iván Quiroz Trejo.
Llegué corriendo hecho la mocha a casa de mi mejor amigo Sergio, gritaba buscándolo:
-Enano, enano. ¿Dónde estás?.
Su hermana Verónica, asomó la cabeza por la puerta de la cocina, de ella alcanzaban a salir las notas edulcoradas de una rolita de Flans: “…Te conocí en un bazar, un sábado al mediodía…”, acompañadas, obvio, de sus gorgoritos sabatinos que intentaban alcanzar las notas de dicha melodía.
-Hola, ¿estás buscando a Sergio? -se detuvo en su tatarear desafinado para cuestionarme con una voz de fresa que hasta me enchinó el cuero.
-Obvio, ni modo que a quién. -Devolví con sarcasmo la respuesta para agregar
-¿Dónde esta el “chaparral”?.
-Pues ha de estar todavía acostado, con eso que ayer te fuiste bien tarde.
Remató esto al mismo tiempo que se trataba de fijar con aqua net fija punk, su fleco de 20 centímetros que por encima de la coronilla la acercaba, al menos en su mente, al estilo de Ilse, Mimí o Ivonne.
-Ok, voy a su cuarto, oye Vero, chido tu relajo y tus greñas, como para que salgas en esos bodrios de estrellas de los 80’s o mínimo en X-E-Tú.
Indignada torció la boca y me repeló, con la lengua más enredada aún por el coraje:
-Pues al menos salen en la tele, no que los grupos que escuchan ustedes ni en el radio los pasan, nacos.
-Fresa.
Le saqué la lengua y me di a la tarea de subir de dos en dos la escaleras que llevaban al cuarto de mi amigo.
Abrí de sopetón la puerta, empujándola ruidosamente, salté a la cama de Sergio, mi mejor amigo, “El enano”, “El chaparral”, “El tranvía” -porque no llegaba al Metro-, en fin, mi pequeñín camarada con quien compartía todo lo que cualquier quinceañero vive en su vida diaria.
Ese sábado en particular había llegado uno de los días más importantes, ir a un concierto de rock, no cualquiera, no, ir a ver a Botellita de Jerez, sacerdotes máximos del guacarock.
-Órale wey, levántate, no ves que hoy es el concierto de los botellos en la Gandhi.
Intentó abrir sus ojos despegando sus chinguiñas, limpiando la baba que cubría medio cachete y con un grito rockero, se incorporó.
-Wey, no mam’s, nuestra primer tocada de rock juntos -rugió el buen Checo y acto seguido, saco de su funda morada con garigoleadas letras, la negra tortilla de acetato que en sus surcos guardaba la neta del planeta del rock mexicano.
-Ok, ok, vine para que no te me fueras a echar pa’tras, como cuando íbamos a ir a ver a Queen a Puebla y el día antes tu jefe no te dejó ir a esa orgía de rock y perdición-reproché a mi buen compadre.
No dijo nada y comenzamos a cantar a coro y con todo nuestro furor rockero, la bella letra de Oh Dennys, no la hagas de Tok’s en Wings, yeah baby, porque to Vips or not to vips, that’s the Woolworth.
La mayor parte de la tarde se nos fue en prepararnos, en adornar nuestros atuendos rockeros, los chalecos de mezclilla, playeras de algodón, jeans entubados con estoperoles a los lados como si fuera una vestimenta de charro, o mejor dicho de charrocker y el infaltable walkman.
Al fin dieron las 5 de la tarde, hora que escogimos para salir a nuestra gran aventura, ya sé que ir de Tlalpan a San Ángel no es la gran cosa pero, sin papás, sin hermanos mayores, solos, eso era pura vida.
Abordamos el delfín en Insurgentes sur, Ruta 17 que corre de La Joya a Indios verdes.
-A ver brother, ahora sí ponte en tus walkman el cassete del disco, el que grabamos ayer para esta insigne ocasión.
Sergio sonrió y dio play, para que montados en la parte trasera del destartalado y amarillento camión, ahí donde solamente los valientes se atreven, emprendiéramos el camino hasta Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo.
Y ahí vamos gritando nuestras rolas, mirando la avenida como si fuera una carretera que nos llevaría a otra dimensión.
Bajamos en el monumento a Obregón, ese que tiene la mano del mismísimo general sonorense, chale, la historia patria y sus reliquias son parte de un pasado que nada tiene que ver con nuestras quince primaveras y los canticos rockeros de nuestros ídolos.
Llegamos a la librería, con sus estantes de madera repletos de ejemplares y como siempre sucede en los sábados atascada de gente, entonces vemos el cartel que anuncia que a las 7 de la noche, Botellita de Jerez, se presentará en un concierto en el foro de la librería.
Emocionados chocamos las manos, gritamos, nos reímos como loquitos, se había llegado el momento de estar escuchando juntos nuestras rolas favoritas.
Obviamente nos acercamos a la caja donde se vendían los boletos, son 50 pesos, dice la señorita mirando nuestros falsos tatuajes, que emulan a los de el Uyuyuy o del Mastuerzo o del Cucurrucucú, y poniendo atención a los botones que adornan las solapas de nuestros chalecos.
-Vas wey, paga -le digo a Sergio.
Mete sus manos en los bolsillos, su rostro alegre se pone nervioso, y como cada que pasa eso, la parte superior del labio se le humedece con pequeñas gotitas de sudor.
-¿Oye wey no te di la lana? -Me pregunta ya realmente alarmado.
-No pinche enano, tú lo guardaste, dizque porque eras una pinche cajita de seguridad.
-Wey se me hace que los perdí.
-No me chingues.-alcancé a decir.
Los que estaban detrás de nosotros en la fila nos apuraron hasta el punto que tuvimos que salirnos de ella.
Como siempre que salíamos yo me hacía cargo de la lana de los ruta 100, o le pedía el abono del transporte a mi hermano más grande, así que solamente con 6 pesos en el bolsillo nos resignamos a regresar a casa sin cumplir nuestro destino.
De pronto, una camioneta vieja se estacionó cerca de la entrada de la librería y detrás un vochito donde estaban, oh sí, los integrantes de Botellita de Jerez en persona. La tristeza se tornó de nuevo en púber euforia, nos acercamos, y un segundo antes de pedirle un autógrafo se me iluminó el rostro.
-Hola, que chido conocerlos en persona, -dije a los tres y les mostramos nuestros tatuajes como si fueran la insignia que nos identificara como miembros de la misma secta o algo así.
Los tres sonrieron y al unísono, o casi, nos propusieron, oigan quieren ayudarnos con los instrumentos.
Volteé a ver a Sergio, la emoción únicamente nos permitió decir un ajá entusiasta.
Y comenzó la chamba, bombo, bajo, amplis, lira, tarola, platillos, micros, bases para micros, toms de aire, pedales, wow, en nuestras manos teníamos las materias primas con que Botellita de Jerez creaba la música que a nosotros nos hacía sentir rebeldes, distintos, rockeros y vivos.
Al terminar, sudorosos pero felices les dimos las gracias.
-Oigan pero se quedan a la tocada, ¿No? -preguntó el Mastuerzo.
Bajamos la cabeza con pena para negarlo.
-Es que aquí el Chaparral perdió la lana que teníamos para los boletos -dije compungido.
Entonces el Uyuyuy, dijo -pues no hay pex, se ganaron su entrada cargando el equipo, vénganse.
Subimos detrás de ellos, el último en entrar fue el Cucurrucucú, y el encargado del foro nos detuvo para preguntarle al grupo.
-Éstos chavos vienen con ustedes- Sergio y yo contuvimos la respiración, y respondieron.
-Sí son nuestros secres -el tipo sonrió y nos franqueó el acceso.
Ya adentro, vimos el sound check, nos firmaron nuestras playeras y después de esto nos volvimos los charrockers número uno de todo Tlalpan y pueblos circunvecinos.
A Mano
Se Aplaza Conferencia y Presentación de Yosomos
Estimados amigos de Yosomos. Hasta nuevo aviso. y por causas de fuerza mayor, se pospone la presentación de mi libro y la conferencia que estaban programadas para esté 25 de mayo.
Muy pronto les aviso de la nueva fecha.
Gracias
Conferencia Yosomos
Queridos lectores:
Estoy feliz de haber sido Invitado por Cultura IMSS, para conversar sobre el libro y el blog Yosomos y charlar acerca de la auto publicación, los libros digitales y la experiencia de compartir contenidos en linea.
Haciendo el honor de acompañarme, la poeta Ana de la Macorra.
Habrá venta y firma de libros.
Los esperamos el 25 de mayo a las 3:15 de la tarde en Avenida Reforma 476 en la Ciudad de México
Abrazos