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Yosomos se une a la libertad de los niños

Cada vez más niños y cada vez a una edad más temprana nuestros pequeños son etiquetados con desordenes que hace unos años ni siquiera existían.

De ahí a la medicación tan solo un paso y aparentemente todos felices: mejores calificaciones, menos berrinches y más rendimiento en la preparación para integrarse a un modelo neoliberal que por cierto se esta derrumbando.

Alarmantes estadísticas aparte, sería bueno saber qué contestarle a un niño de primaria inteligente y por supuesto algo travieso cuando te pide una pastilla para concentrarse mejor en matemáticas.

Su comentario habla de un modelo en donde solo importan los resultados.

Su comentario grita: voy a la escuela a que me califiquen y comparen, la comprensión y el aprendizaje son secundarios.

Otra pregunta: si los niños están -como es natural por su edad- encontrando su personalidad e identidad ¿No se les hace más daño etiquetando y metiendo su búsqueda en un cajón de patologías?

Querid@s lector@s, permitanme compartirles el siguiente video.

Un abrazo y me quedo en espera de sus comentarios los cuales me hacen falta como educador pero sobre todo como padre.

Identidad

La identidad es una cosa misteriosa: deje mi Ciudad de México por cinco años para entre muchas otras cosas reinventarme en Barcelona. Otro aire y otra gente me dieron una plataforma distinta, un punto de vista inesperado y una tranquilidad relativa para poder lanzar este Yosomos y los proyectos que cobija.

Ahora que estoy de vuelta me encuentro con el Yo que deje antes de irme, el Yo que traigo de Europa y el Yo que se levanta todos las mañanas para disfrutar y enfrentar estos días.

Por un lado regreso a la universidad, también al Teatro Judío dirigiendo el evento de conmemoración del día del Holocausto o Shoa. Lo que representa en cierto modo el Yo que deje en México.

Avanzo con el Teatro Cuántico por el país y ahora también afortunadamente con niños y jóvenes. Lo que representa un poco al Yo que se gesto en Barcelona.

Y también preparamos el Teatro de la Transformación, un proyecto que no tarda en salir a la luz gracias a la invitación de Laura Esquivel y la Delegación Coyoacán. Lo que representa al yo más creativo y felizmente ubicado en el aquí y ahora.

Hoy en la mañana fui a desayunar con mi hijo de seis años y mis tres Yos. Mirando los ojos del pequeño me di cuenta que él sabe mucho mejor que nadie quienes somos yo.

Juego con Gad y el Yo que invito a los tres Yos a desayunar aparece de pronto.

Pero entonces nos ponemos un títere en cada mano y de pronto también ese cuarto Yo desaparece.

Somos bebé, perro, conejo, abuela y somos sin Yo, lo que realmente somos.

¿Jugamos?

Pe y el Pacto

Pe y el Pacto

(Personaje 4ª parte)

Al abrir tus ojos querido Pe alcanzas a percibir el sol colándose por la ventana a través de las hojas del árbol de aguacate que escala hasta tu cuarto. Todavía no puedes distinguir las formas pero tus retinas sienten la luz y el azul con el que están pintadas todas las paredes.

Aunque te sientes bien en tu casa, lloras pidiendo comida, tu mamá llega rápidamente para darte la botella con la formula de un conocido laboratorio internacional. Sobre sus piernas disfrutas el liquido caliente y esperas tu canción en francés -quizás hoy toca la de la pequeña marioneta que es tu preferida – pero a cambio de eso sientes lagrimas saladas que caen justo en el chupón de la botella mezclándose con la formula.

Tu mamá no canta. Hoy llora y te lleva con ella al piso de abajo en dónde escuchas ruidos de mesas y sillas moviéndose, de platos lavándose y a tu abuela Alice dando ordenes a tres cocineras, mientras con su dedo índice pone una kibe tras otra en una charola de la cual son llevadas al aceite hirviendo.

Pssssssss, suena cada vez que una kibe es sumergida.

Brrrrrr cada vez que prenden la licuadora con litros y litros de tajine y jumus.

Tu papá te besa mientras promete no tardarse en el frontenis, estará a tiempo para su quinta vez.

Huele a café turco y es el momento de desayunar roscas con mermelada de naranja hecha en casa.

Te acabas la botella y te abrigan aún más para llevarte al jardín.

Mientras desayunan las dos mujeres, tu escuchas a los pájaros que comparten tu aire y tu espacio.

Eructas al fin. Te cambian los pañales de tela y te vuelves a dormir.

Sueñas con el mar, las pequeñas gotas de lagrimas te llevan a la costa que aún no conoces y comienzas a flotar en el agua mecido por pequeñas olas, que se convierten en la ligera corriente de un río, aparece un palacio y una mujer desconocida te recoge en sus brazos.

–       En Egipto hacíamos los Brit Mila en la sinagoga más grande y hermosa de Alejandría, toda la comunidad venía con regalos a conocer al nuevo varón y a felicitar a los orgullosos padres. Dice tu abuela.

–       Es mejor en la casa. Dice tu madre – Así no se enfría el niño.

–       Pero en la sinagoga hay una silla gigante en donde se sienta el padrino.

–       Aquí hay otras costumbres, la circuncisión se hará sobre un cojín en la mesa.

–       No importa. Felicidades ya tienes tu primer hombre, estas cumpliendo el compromiso con tu pueblo y con tu familia. Voy a ver que no se les queme la comida.

Sueñas con escaleras que suben al cielo, con ángeles que pelean, con pirámides y sobre todo con el desierto. Sueñas con luces de aceite, con vino y con pan salpicado de sal.

Te despierta el ruido de una multitud que pronuncia al unísono las bendiciones.

Tu papá te toma de los brazos de tu mamá que se queda alejada de todo. Sientes que la hora esta cerca mientras atraviesas a todos los que ahora cantan con alegría.

Te ponen en la almohada y el Rabino Filer pronuncia las bendiciones mientras te da con su dedo unas gotas de vino.

Entonces sientes el bisturi en la punta del pene, duele, gritas, sangras y pierdes el sentido.

Cierras los ojos para soñar con persecuciones, incendios y guerras, has sido marcado para siempre igual que tus hermanos, tu padre, tu abuelo, tu bisabuelo y todos los varones de generaciones anteriores.

Tu padre Abraham llego a tiempo del deportivo para cumplir por quinta vez con el pacto de Abraham.

Tu mamá te toma de nuevo en sus brazos y mientras todos comen las delicias de tu abuela, te bebes entre sueños la formula suiza mezclada ahora también con tus lagrimas.

Colegio Tarbut

Colegio Tarbut

Yosomos también 15 años de escuela entre la Cervecería Modelo y la Fabrica de Chocolates Larín.

Dentro de la estructura de cemento llevamos todo este largo periodo de tiempo.

Aunque nos dejan visitar a nuestra familia, la noche no es suficientemente larga para reponerse.

Los pantalones marca Topeka hechos de mezclilla acartonada nos raspan las piernas y las rodillas necesitan además de un parche que se pega con el planchado y cuya textura de plástico nos hace sudar.

A mi hermano lo invitan a buscarse otra escuela a los siete años por haber reprobado una materia.

A mi amigo lo expulsan por inexplicables problemas de conducta posteriores a la muerte de su madre.

A mi me dijeron que no podría escribir nunca nada con tan fea letra.

A todos nos dicen, todo el tiempo, que estamos en la mejor escuela, que tenemos que estar a la altura, que la carrera, el dinero y el éxito se consiguen siguiendo siempre sus reglas.

Nuestra educación esta en las mejores manos, del joven Estado de Israel vienen los nuevos hombres y mujeres a enseñarnos como enfrentarnos a todo. La pólvora de las guerras de Yom Kipur y del Libano aún les manchan los dedos y sobre todo la memoria.

Somos en cierto modo sus hijos, pero también quieren que seamos sus soldados mientras la atmosfera se llena de un olor a Chocolate Almonris, no a Tin Larín, no a Cerveza Corona y yo ya no puedo pensar.

Somos del mismo pueblo, unos luchamos y otros pasan los domingos en el deportivo ¿No se sienten culpables?

Somos el primer beso, el mejor amigo, el enemigo jurado, la primera decepción.

Somos el auditorio que no se puede usar después del temblor de 1985 pero por el que me cuelo con la más religiosa de la clase a buscar autentica agua sagrada.

Somos la última generación que crece sobre cemento, la próxima florecerá sobre la hierba fresca de Cuajimalpa.

Pero somos los que trascendemos todo eso, los que escribimos obras de teatro en el recreo, los que descubrimos el poder unificador de la danza y de la música.

Somos los maestros que nos llevan a los tiempos bíblicos, al país de Alicia, a Waterloo y de regreso a la Gran Tenochtitlan.

Y gracias a ellos también Aura, Génesis, Rayuela, Los Amorosos y Cien Años de Soledad.

Estudiamos biblia sin religión y los ateos no entienden para qué y los creyentes tampoco.

Suena la campana y leemos el Popol Vuh mientras comienzan los olores del sincretismo clarividente y contagioso.

Se escucha la sirena, es una evacuación, salimos en filas al jardín del Hospital Español, tenemos miedo. No sabemos si es otra bomba o si alguien no quiere presentar un examen. Somos ajenos, ni israelíes ni mexicanos ¿Qué somos?

Volvemos a clase, suena el acordeón y cantamos hasta la hora del lunch. Compramos sopes, arroz con mole, zanahorias y  jícamas con chile y limón. Saco mi torta de Salami Fud con queso en pan de Elizondo, mientras tomo agua de Jamaica todavía fría de mi termo.

Abrimos los ojos. Se acabo. Tenemos canas, hijos, matrimonio, divorcio, panza y algunas arrugas en los ojos. El Teatro Cuántico Condensado termina su ejercicio principal.

Nos abrazamos y cantamos. Estamos aquí 23 años después. Vivimos en la extensión de la extensión de la inmensa ciudad de México o más lejos aún a donde también nos la llevamos.

Es el pasado, ni mejor ni peor que el de los demás, simplemente él nuestro.

Estoy feliz de verlos, gracias a todos por venir a hacernos este regalo.

Los Participantes del Teatro Cuántico Condensado
Literal Amor a la Camiseta Original
Organizadores: Halina y David

El Grinberg de las Galaxias

Hay casas unifamiliares, también multifamiliares ¿Pero habrá familias multifamiliares? ¡Vaya redundancia!

El punto, es que si las hubiera, la mía sería una de ellas.

Para muestra, déjenme les presento a los hombres de mi familia (A las mujeres ya les llegará su turno)

Aclaro que todo lo que escribo es desde mi relativo y limitado punto de vista.

Seis hijos y su patrón en la boda de Nathán el segundo mayor que viste de Smoking y que esta igual de feliz que todos los demás. No me acuerdo del chiste que contamos durante la foto, pero seguro había uno en el aire, siempre hay uno, aunque para la foto hayamos tenido que guardar un poco las formas

Voy a empezar por mi padre al centro de sus seis hijos.

Dani, David, Jacobo, Abraham, Nathán, Ari y Jerry

En la foto de izquierda a derecha: Dani, David, Jacobo, Abraham, Nathán, Ari y Jerry

El Grinberg de las Galaxias

Abraham hijo de Samuel David, nacido Warshavsky en Sokoloff Podliansky y para poder llegar a México rebautizado como Abraham Grinberg, aunque al desembarcar en Veracruz en 1929 su padre logro que el Warshavsky se le quedará de segundo apellido, debido a que en Polonia se usa solo uno y en México dos. Es por mi, conocido simplemente como Abraham mi papá.

Llego a la Ciudad de México a los siete años y fue directo a estudiar en la Primaria Pública, en donde se le conocía paradójicamente como: El Polaco y digo paradójicamente porque en Polonia era: El Judío.

Luego paso al Colegio Israelita de México en donde estudio hasta la secundaria. Jugador de fútbol y de frontenis, el deporte siempre lo llamaba y lo hacía inmensamente feliz. Tengo que decir que herede su amor por las actividades físicas especialmente por cualquiera que incluya una raqueta.

Se dedico al negocio de la piel para zapatos y chamarras, empezó a trabajar con su padre para luego independizarse con su propia peletería en la Calle Republica del Salvador en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

A mediados de la década de los cuarenta se caso con su gran amor: su prima Estusha, pasando sus mejores momentos en el paradisiaco y entonces aún pequeño puerto de Acapulco. De hecho toda su vida considero ese lugar como el mejor destino posible para pasar unas vacaciones. Yo me tardaría quince años en conocer otra playa, en un país con miles de kilómetros de litoral en dos océanos.

A Abraham y a Estusha la vida les sonreía, habían tenido tres hijos: Jacobo, Nathán y Jerry. Lograron comprarse una casa, eso si, en una colonia lejana y recién inaugurada de nombre Polanco. Para quién no conoce el DF, esa colonia es hoy en día el corazón financiero del país.

La pareja de jóvenes, guapos y prósperos se encontraron de pronto frente a la inexplicable aparición de un tumor cerebral en Estusha. Todo cambio de repente. Las risas se convirtieron en dolor, las vacaciones a Acapulco en visitas a especialistas de México y Estados Unidos y la familia se reunía ahora alrededor de la cama de una bella mujer que se marchitaba con los días.

Jerry y Nathán, aun más pequeños que Jacobo, jugaban en el Jardín mientras el hermano mayor pasaba horas acompañando a su madre y preguntándose que pasaría dentro de su cabeza, de su cerebro, de su mente y de su consciencia que iba y venía.

Después de mucho sufrimiento y unos meses después de la Fiesta de Bar Mitzvah de Jacobo, la muerte visito la casa de Sócrates 308.

Mi padre Abraham nunca superaría esa experiencia, dejo a los tres niños con la mínima atención, hoy se que era incapaz de hacer otra cosa, e intento cerrarse las heridas olvidando y para olvidar se caso muy poco tiempo después con Tova.

Lo primero que hizo al llegar del viaje de luna de miel, la segunda mujer de mi padre fue dejar la casa de Polanco para no cargar con los recuerdos y despedir a Petra que más que una Nana era un gran vinculo de amor para los niños.

De vuelta en la Colonia Condesa nació Ari, el cuarto de mis hermanos. Pero Tova y mi Papá no se llevaron nada bien. Se divorciaron al poco tiempo y Tova se llevo a Ari sin que mi padre hiciera nada para evitarlo. Al cortar todo vinculo con su segunda mujer, lo corto también con su hijo. Tanto, que al poco tiempo Tova le cambio el apellido a Ari, poniéndole el de su segundo esposo: Telch. Por eso tenemos un hermano que no se apellida Grinberg.

De nuevo solo, mi padre tardo poco en conocer a su tercera mujer, Kemy, mi madre. Recién llegada de Beirut y rondando los veinte años, mi mamá se enamoro de mi padre que se aproximaba a los cincuenta. Se casaron y nacimos Dani y yo.

Pasaron unos primeros años muy felices de vuelta en Sócrates 308, mi padre encontró la serenidad que le faltaba y logro hacer una rutina perfecta de frontenis muy temprano en la mañana, trabajo hasta las seis de la tarde, algunos momentos de domino y cartas y muchos de televisión. Días tranquilos que terminaban en la cama con alguno de sus libros de su fabulosa colección de ciencia ficción, los cuales para mi alegría le encantaba contarnos a Dani y a mi cuando íbamos a darle el beso de las buenas noches. Todavía hoy sueño con marcianos, invasiones a la tierra y viajes por las estrellas.

¿Y vacaciones? Por supuesto en Acapulco, frente a la Playa de Hornos, en un hotel vecino de un frontenis en el cual empezaban los días.

Sin embargo, la enfermedad llego otra vez a la casa, esta vez era silenciosa, por momentos imperceptible. Siempre era demasiado tarde cuando se manifestaba en un brote psicótico acompañado de una euforia inexplicable que se traducía tarde o temprano en violencia especialmente dirigida contra mi madre. No eran golpes, era algo peor, era una forma única de culparla de todo, de dejarla sin ningún apoyo, de devaluarla sin posibilidades de recuperarse, de aplastarla. Nunca he sentido nada más horrible que cuando escuchaba los gritos de mi Padre, escondido detrás de una puerta, de una columna o hasta debajo de la cama.

Como hijo tengo que agradecerle a mi padre aparte de la vida muchas cosas: el amor por el deporte, por la lectura, mi sustento, mi educación y la libertad de no tener un yugo religioso pero conservando la riqueza cultural que me vincula a mi pueblo de origen.

Pero no he podido (aunque no dejo de intentarlo diciéndome que estaba enfermo) perdonarle las agresiones a mi mamá.

Sus últimos años no fueron felices, mi mamá no soporto más y lo dejo, vendió la casa de Sócrates, los hijos hacíamos nuestra vida, su salud mental pendía siempre de un hilo, su hígado ya no aguantaba después de tantos años de litio para estabilizar su Manía Depresiva y el sistema respiratorio se le iba deteriorando. Además no había visto a Jacobo, su hijo mayor en años y nadie se atrevía a decirle que estaba desaparecido.

Yo estaba recién casado y Mery mi mujer se había quedado embarazada. Finalmente conseguimos una residencia para mi padre que combinaba ayuda de psiquiatría con cuidados para su avanzada edad. Pase por él una mañana a su departamento y lo convencí de ir a la residencia, hicimos las maletas y nos fuimos a Cuernavaca. Recuerdo tan bien el camino, es como si cada poste, cada convoy del metro en dirección contraria sobre Calzada de Tlalpan, cada trailer que pasamos, cada árbol de la subida a Tres Marías, hubieran decidido quedarse en mi cabeza para siempre.

Cuando llegamos a la residencia, yo supe que mi padre estaría bien en medio de flores y música clásica, lo que nunca me imagine es que sería por tan poco tiempo. Desempacamos y lo acompañe a que se tomará una Coca con limón, le dije que iba a ser abuelo de su primer nieto varón, se puso feliz.

–  Tu si saliste a mi ¡ tu si sabes hacer hombres ¡

Lo abrace, nos despedimos, me regrese al DF a hacer telenovelas. Me esperaba una grabación nocturna, personajes de cartón se tenían que bajar y subir de sus coches, taxis, motos.

Mi hermano Dani lo fue a ver el domingo siguiente y regreso tranquilo. Pero unos días después, le llevaron el desayuno y se sentó a comer en la mesita de su cuarto, cuando regresaron por los platos, Abraham Grinberg Warshavsky descansaba en paz.

-Papá, no se como le hice para que salieran varones, pero tengo dos niños a los que adorarías. Tu apellido, el que te salvo la vida, ahora vive en Europa de nuevo y yo te extraño cada vez que le invento un cuento a tus nietos, historias que no se comparan en nada con las tuyas, con tus extraterrestres, tus viajes por el tiempo y tus cohetes intergalácticos.

El Abuelo Que Se Volvió Grinberg

Queridos lectores, se que consideran que debí haber empezado por aquí, pero pienso que no hubiera sido interesante. Hoy por hoy mi familia solo es una más de las de tipo extraño que abundan por ahí. Es más, tal como están las cosas, ya tener una familia, sea como sea está, es ganancia. Así que, sin darle mayor importancia empecé a contar de todos usando sus nombres, sus diminutivos y sus sobre nombres, con lo que comprendo la confusión general.

Voy a empezar entonces por relatar la historia de la familia desde mi punto de vista y guiado por la línea familiar Grinberg remontándome lo más posible en el pasado.

Así hacemos un mapa para comprender mejor a los múltiples personajes del blog.

Yosomos también lo que llevamos en la mochila del pasado. Dentro cargas pesadas y ligeras viajan de generación en generación y casi sin darnos cuenta vamos dejando por el camino, como si fueran una señal, parte del contenido y así mismo metemos cosas nuevas o prestadas por el viento de los lugares en donde andamos y que se vuelven parte de la mochila, que a su vez pasamos a nuestros hijos, amores, amigos, lectores…

El Abuelo Que Se Volvió Grinberg

Mi abuelo Samuel David Warshavsky nació en un pequeño pueblo cercano a Varsovia de nombre Sokoloff Podliansky. Hijo de un rabino estudioso y escritor de libros de comentarios de las escrituras, decidió dedicarse a los negocios, abriendo una peletería en el pueblo.

Con los años se caso y tuvo cuatro hijos, el único varón fue mi padre Abraham.

A mi abuelo le empezó a ir muy bien, tanto que los recaudadores de impuestos polacos no le quitaban el ojo de encima, hasta que lo obligaron a pagar una suma que no tenía y como no la pagaba, las autoridades le denegaron el permiso para poder sacar un pasaporte para él y su familia, de esta forma se aseguraban de que no dejaría el país.

Así las cosas, una mañana leyendo el diario en Yiddish que se editaba en el pueblo, mi abuelo se encontró con un anuncio sorprendente:

“México, país americano con las mejores oportunidades, abre sus puertas a la emigración europea. Especialmente son bienvenidas las familias judías

Firma: Plutarco Elías Calles. Presidente de los Estados Unidos Mexicanos”

Mi abuelo leyó una y otra vez el anuncio.

–       ¡ Hay un país en el mundo que quiere a los judíos y no solo a los que ya viven ahí, si no a los de Europa, a los de Polonia, a los de Sokoloff Podliansky, es decir a mi y a mi familia. !

Estaba claro, tenían que emigrar al paraíso terrenal. Pero ¿Cómo?

Les habían quitado el permiso para sacar el pasaporte y no podían salir de Polonia. La cabeza de mi abuelo daba vueltas y vueltas hasta que entro un vecino a la tienda.

–       Samuel David, se murió tu tocayo Grinberg,  el pobre hombre, quince años enfermo y nadie quién le llore, cierra, cierra, vamos al entierro.

Mi abuelo bajo la cortina de la tienda y salio a acompañar al cortejo. Luego del entierro ofreció su casa para rezar durante los siete días de luto y una vez concluidos, se ofreció también a hacerse cargo de los tramites de defunción.

Una mañana se levanto temprano para viajar a Varsovia y encargarse de todo el papeleo. Mas al bajarse del autobús que lo llevo a la capital, le vino repentinamente una idea a la mente.

Fue a retratarse, espero dos horas de revelado, pidió permiso para entrar al baño del estudio fotográfico, saco una pequeña navaja, tomo el pasaporte de Grinberg, le quito la foto y en su lugar puso la suya.

Salio al ajetreo de Varsovia. Se hablaba y se gritaba en Yiddish y Polaco por igual, se ofrecía pan de los pueblos cercanos, los anarquistas discutían con los comunistas, el teatro en Yiddish anunciaba un circo judío, música Kleismer sonaba a cambio de unas monedas y un profesor sentado en una banca ofrecía clases de Esperanto, el idioma de la paz.

Pero la mente de mi abuelo, recién autobautizado con un nuevo apellido, caminaba ya por las calles situadas a espaldas del Palacio Nacional, donde gobernaba el presidente Calles que había escrito aquella nota publicada en el diario local de su pueblo.

Y la familia llego a la capital mexicana en donde fueron muy felices, pero además, en donde se salvaron del asesinato masivo que dejo a aquel pueblo sin un solo judío y que, por si fuera poco, sepulto la tumba donde esta enterrado el Grinberg original, debajo de toneladas de basura.

Muchos años después, el heredero del Presidente Calles ordenaba disparar contra los estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, la Ciudad de México celebraba los Juegos Olímpicos izando una bandera manchada de sangre y en un hospital de la Colonia Roma nacía un niño con los mismos nombres de su abuelo ya fallecido: Samuel David, mejor conocido como David o Dudi, para mi simplemente yo y que escribe estas palabras que ahora lees.

A Mis Hijos

Estos días pensaba en si quería publicar algo tan personal en Yosomos o no.

Pero al final ¿Qué no es personal? Cuando todo, incluido el mundo y la realidad solo pueden ser entendidos a través de nuestros sentidos y de nuestra mente.

Además el sentido de este blog es explorar la posibilidad de que yo (o cualquiera) más que ser, somos.

Así que queridos lector@s, les comparto lo siguiente en el Cuaderno de Notas

Sant Cugat Barcelona a 7 de abril de 2009

A mis hijos:

Queridos Gad y Shai:

Algún día podrán leer esto y comprenderlo. También entender que poco a poco, en cada oportunidad que tengo les adelanto lo que pienso del mundo que nos rodea y del sentido de nuestra vida.

Como toda familia judía venimos de todos lados, los bisabuelos de mamá nacieron en Alepo Siria y las familias de sus abuelos, Pepe y Lily se establecieron en México desde principios de los años mil novecientos en donde se casaron y nacieron su Mamá Mery y sus tíos Marcos y Vicky.

De mi lado, mi mamá Kemy nació en Damasco, Siria y creció en Beirut en el Líbano. A los veinte años emigro a México en donde conoció a mi papá Abraham, nacido en un pequeño pueblo llamado Sokolof Podlianski cerca de Varsovia en Polonia. Se casaron y nací yo y su tío Dani, aunque mi papá ya tenía cuatro hijos que son también mis hermanos.

Cuando yo era un niño como ustedes, hagan de cuenta que además de mi Papá, tenía otros tres padres: mis hermanos más grandes: Jerry, Nathán y Jacobo que me llevan mas o menos veinte años de edad.

Y Jacobo, el mayor de todos, venía a la casa algunos domingos y nos contaba las maravillosas cosas que le pasaban en su vida. Después de comer arroz con mole, frijoles y tortillas, nos íbamos a caminar por Polanco y Jacobo nos contaba por ejemplo de una escuela en donde unos niños con los ojos vendados aprendían a ver con las manos. Dani y yo le pedimos que nos enseñará y claro, con toda la paciencia Jacobo nos enseño y aprendimos.

También nos enseño a meditar y a encontrarnos con el observador que todos, también ustedes, llevamos dentro.

Una noche: los tres hermanos mayores llegaron muy emocionados a la casa. Jacobo les había presentado a Pachita, una curandera que operaba haciendo transplantes de órganos con un cuchillo de monte. Hacia cosas inexplicables para la ciencia, pero las hacia.

Mas tarde entendí que en realidad Pachita, poseía el conocimiento para manipular la energía y la materia, transformándola para curar, gracias a su bondad y a su amor por sus pacientes.

A partir de ahí Jacobo comenzó un largo viaje de investigación para conocer y aprender de los chamanes de México que son los médicos tradicionales de nuestro país. Durante este tiempo, escribió seis libros en los que cuenta las formas, el cariño, la entrega y la sabiduría heredada de estos hombres y mujeres.

Y Jacobo siguió investigando, no solo en México, sino también en la India, Nepal y en Israel. Buscaba explicaciones para sus experiencias y tenía una gran necesidad de conocer a maestros que pudieran aclararle principalmente dos cosas:

–       La posibilidad de transformar la energía en materia y la materia en energía.

–       La unidad de los seres humanos, porque el observador de cada uno de nosotros, no esta en realidad dentro de nuestros cuerpos y cerebros, si no en una red o lattice que él llamo el “Hipercampo del Espacio – Tiempo”, en donde las conexiones entre todos los seres son posibles.

Al volver de sus viajes, en su laboratorio de la UNAM (La Universidad de México) trabajaba en un experimento llamado Potencial Transferido para probar la comunicación entre las mentes humanas sin necesidad de ningún contacto físico.

Los primeros días de diciembre de 1994 Jacobo vino a ver una obra en la que yo trabaja en el Deportivo Israelita de México. Recuerdo que la había disfrutado mucho y recuerdo también su beso y su abrazo cuando termino la función. Esa fue la última vez que lo vi.

Después desapareció y nunca más supimos nada de él.

Durante mas de diez años el dolor que sentía por su desaparición inexplicable no me dejaba ver que yo llevaba dentro a mi hermano “Jackie” en todo lo que me enseño, en la manera que tengo de ver el mundo, en la forma en que me siento y siento a los demás.

Ahora me estoy dedicando a contarle, a todo el que quiera escucharlo lo que me enseño.

En este viaje me acompañan principalmente Leah Bella Attie, alumna de Jacobo y entrañable amiga y Estusha Grinberg, su prima mas grande, la hija de Jacobo.

Recuerden siempre, que tenemos la capacidad de crear nuestra experiencia y que el mundo real esta dentro de nuestras mentes.

Sean concientes de las millones de posibilidades que tienen y pueden conseguir en su vida y de lo maravilloso que es escoger una de ellas, en cada momento, en cada respiración, en cada sueño, en cada aprendizaje, en cada juego, en cada proyecto.

Estamos aquí para descubrirnos, descubriendo al mundo.

Los quiero y quiero que lo sepan.

Papá

David Grinberg