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Visión Extra Ocular

Querid@s lector@s de Yosomos:

Uno de los temas tocados por nuestro blog o bitácora es el de la visión extra ocular. Jacobo Grinberg desarrollo en su meteórica carrera un sin fin de investigaciones y estudios tanto de campo como de laboratorio, sin embargo la que me toco experimentar en carne propia fue la también llamada dermovisión. Ser niño es el primer requisito para conseguir resultados y yo lo era cuando Jacobo enseñaba la técnica y como afortunadamente siempre he sido curioso, me convertí en uno de sus alumnos.

Sinceramente llevo mucho tiempo preguntándome si debemos ahondar más en el tema en esta tribuna. Hasta que descubrí en mi pasado la razón del temor a tocarlo.

La historia del porqué del miedo comienza así:

A los 12 años uno tiene mucha fe, sobre todo en los mayores a los que admiras.

Cuando Jacobo me explico que el mundo es solo lo que nosotros podemos percibir de él y que absolutamente todo -incluso las divisiones y las raíces cuadradas- pasan por nuestros sentidos y experiencia, mi percepción de la realidad ya no fue la misma.

Supe que vivir en “mi mundo” es en realidad lo único que puedo hacer, pues para mi y para cada uno de nosotros no existe otro.

Supe también que cada color, cada cosa, cada idea, representan algo distinto para cada quien.

Cuando Jacobo me explico que Albert Einstein estaba convencido de que solo usamos el diez por ciento de nuestro cerebro, me uní a su lucha por usar cada vez un poquito más de ese 90 por ciento que duerme.

Cuando a continuación me expuso que lo que veíamos con los ojos era el proceso final de miles de conexiones entre neuronas, las cuales a su vez forman una imagen en nuestro cerebro y que esas imágenes las podían conseguir algunos niños enviando con las manos en lugar de con los ojos la información al cerebro.

Yo, a mis doce años, le creí.

Por ello, porque estaba seguro que funcionaría, hice todos los ejercicios y lo conseguí.

Unos cinco años después, a los diecisiete, retome la técnica y empecé a enseñar también.

Y pude hacerlo, especialmente con un amigo, entonces de doce años y que era el hijo del director de mi escuela. El consiguió leer paginas enteras igual que con los ojos pero usando solo las yemas de los dedos, su emoción lógicamente era tan grande que fue a mostrarle su habilidad a sus padres.

Un día me mandaron llamar a la dirección, estaba expandiendo las capacidades, ni más ni menos que del hijo del director del colegio. Nervioso y extremadamente enojado me ordenaron detenerme bajo amenaza de expulsión definitiva. Su hijo no podía convertirse en un fenómeno. Recuerdo la sensación de ser un bicho raro, de no entender cómo algo tan positivo podía causar tanto terror.

Entonces me quede muy confundido, resulta que el mundo es, según Jacobo, lo que nuestros sentidos nos dejan descubrir de él, pero la mayoría de las personas (sobre todo las que se parecen a mi ex director) piensan que el mundo es lo que esta escrito en los libros y en lugar de asombrarse con las capacidades que podemos conseguir simplemente dando lugar a la experiencia, prefieren no arriesgarse a ser especiales, como si no fuéramos especiales todos de entrada. Nada de territorio, solo mapas.

El silencio de todos, incluso el mío, es lo que quedo durante más de veinte años.

Pero hoy es diferente. Por la mañana una entrañable amiga a la que también le enseñe, me escribió sus recuerdos, ella tenía entonces doce años y yo unos diecisiete. Tengo su permiso para compartir a continuación su experiencia:

“Era el primer cuarto a mano izquierda parecía un cuarto normal pero ahí se rompían todas las reglas de la física. Prueba de ello era su closet que a veces era tan pequeño que no tenía lugar para las dos cartulinas y los cinco plumones que teníamos siempre tirados,  pero que podía tener espacio para 30 personas escondidas cuando jugábamos “sardinas enlatadas”. De ese mismo closet mágico salió un libro, igualmente mágico que se leía con los ojos cerrados.

Teníamos como 12 años, éramos pocos y esperábamos llenos de emoción a experimentar por turnos lo que no se enseña en las escuelas.

Uno por uno tomábamos a Dudi (David Grinberg) de las manos, realizábamos un ejercicio de respiración para pasarnos energía y luego, con los dedos extendidos y los ojos vendados nos enfrentábamos al papel. Al principio nada, luego muy poco y de repente los dedos se deslizaban contorneando las figuras de los dibujos que pasaban de ser una línea negra o una forma como un circulo azul, a  una imagen clara de paisajes que podíamos describir perfectamente, algunos con mas habilidad que otros. Cada vez que el dedo de alguien trazaba con exactitud algún contorno gritábamos emocionados… hubo quien pudo seguir la forma de las letras y después leer.

Nunca dude de que era posible, incluso años después repetí la experiencia, esta vez dirigiendo yo a grupos que al principio escépticos y después maravillados lograron ver no solo lo que aparecía en las paginas de los libros sino las frases que no han sido escritas porque solo mediante la vivencia se pueden leer.

Pero recuerdo ese cuarto de tapete azul y ventanas rotas y el olor en la memoria me hace retornar a tiempos y lugares en los que todo era posible si simplemente nos dábamos la oportunidad de creer. Y creímos.”

Escrito por Nili Bar

Infinitas gracias Nili, a partir de hoy no es más un secreto sepultado por el miedo a ser diferente.

Si les interesa saber más del tema recomiendo leer este formidable articulo. Por supuesto de Jacobo Grinberg Zylberbaum.

http://www.scribd.com/doc/16713430/Vision-Extra-Ocular-Jacobo-Grinberg

Un abrazo.