Un gato, malas noticias y la vida que sigue

Querid@s lector@s:

Llega septiembre a la lluviosa montaña en donde permanece sentado el Pueblo de Cuajimalpa al poniente del Distrito Federal. Los mil tonos de verde son ajenos a los dos decapitados de la semana pasada y a la masacre de Monterrey. Los niveles de violencia son tan altos que uno debe cuidar no acostumbrarse a ellos.

Por la ventana del baño huyendo de un terreno lleno de perros salvajes entra un gato siamés de belleza especial. Lleva cuatro días en la casa y mis hijos quieren quedarse con él y con su profunda mirada azul.

Intento luchar contra mi alergia a los felinos mientras el gato sin remedio se vuelve parte de la familia. Procuro convencer a mi cuerpo de que vale la pena no cerrar mi garganta y no hinchar mis ojos. Dicen que a veces, sin saber porqué te curas de esas cosas.

Mientras tanto he regresado luego de seis años a la Universidad a dar clase y trabajo en distintos proyectos escénicos que pronto tendré el gusto de compartirles.

Llevo un año en México y el tiempo ha corrido como el agua de estas lluvias interminables.

Y maquino cómo hacer propuestas culturales para tiempos de guerra, cómo aprovechar la verdad del arte y ponerla frente a la oscura realidad. Se aceptan ideas y reflexiones al respecto.

Sin parar de trabajar y agradeciendo la bendición de hacerlo con la mente y con el cuerpo.

Los niños cumplen años y del otro lado del mar en Barcelona a mi amigo Pablo le nace una niña hermosa. La vida sigue pese a la muerte y las malas noticias.

Gracias a la vida diría Violeta Parra.

8 comentarios en “Un gato, malas noticias y la vida que sigue

  1. Como combinar la enorme tristeza por lo que sucede en Mexico con la alegría de la vida, la familia y el trabajo? Existe una justificación para haber vuelto? Será quizás el destino de poder, aunque en una mínima medida, cambiar o afectar tu alrededor lo que compensa una con la otra? Mi deseo ferviente porque así sea.

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