26 de noviembre de 1994

26 el 26

Lo que había sido mi vida hasta entonces estaba cambiando tan rápido que literalmente el suelo se movía bajo mis pies.

Mi madre había decidido divorciarse y se salio de la casa de todos en Sócrates 308, la cual yo también había dejado unos meses antes para irme a vivir con mi hermano Ari y mi padre pasaba por un brote maniaco depresivo que lo tenía entrando y saliendo del hospital psiquiátrico.

¿Y México? ¿Qué se puede decir de su 1994? Mientras en las primeras horas del año el gobierno festejaba la entrada del país en el TLC (que era según ellos la puerta al primerísimo primer mundo) el EZLN le declaraba la guerra al estado, armado con rifles de madera pero sobre todo con una avanzada arma secreta: ¡ los  emails ! que salían desde Chiapas a todas las agencias de noticias internacionales y que nos harían saber a todos -incluso a los mexicanos- que el periodo de paz (si algún día hubo tal cosa) había llegado a su fin. La confirmación de que México ya no sería el mismo llego desde la cúpula del poder y su partido con los subsiguientes asesinatos políticos jamás esclarecidos.

Yo acababa de terminar la carrera de comunicación y el trabajo de periodista que encontré empezaba a las cinco de la madrugada cuando yo me acostaba tres horas antes después de ensayar teatro por las noches.  Así que vivia en un estado de zombie perpetuo. Además había viajado a hacer un documental a los campos de exterminio nazis y calificaba material espeluznante para su edición. Y por si fuera poco, la mujer que había estado conmigo durante siete años ya no se veía en mis ojos y decidió dejarme.

Era sábado y mi mamá había hecho una comida para la familia en su recién alquilado departamento de la Colonia Granada. Aquella tarde mientras llegábamos uno a uno ya nos esperaba Jacobo que había sido , cosa rara, el primero en llegar solo, sin su esposa Tere.

Vaya sorpresa y además me tenía preparado su última publicación: “El Yo Como Idea”,  un abrazo y empezó a escribirme una dedicatoria.  Me dio el libro y empecé a  hojearlo , me atrapo de inmediato, así que seguí leyendo mientras los demás iban llegando y charlando.

Me enfurecí por primera vez en mi vida (y creo que será también la única) con mi hermano mayor, no podía entender cómo se atrevía a renunciar incluso a si mismo,  cómo aquel genio que llevaba publicados más de cincuenta libros decía tan tranquilamente que hasta el mismo era una idea, de alguien más que tenía una idea, de alguien más que tenía una idea, de alguien más que tenía una idea y así hasta el infinito.

Como hermano me dolía escuchar que renunciaba a si mismo, pero en realidad lo que me ponía así de mal -hoy lo se- era una premonición que se cumpliría tomando en cuenta que esa fue la penúltima vez que lo vi.

A la hora del café turco y mi pastel de 26 años cumplidos el 26 de noviembre, quedamos todos en encontrarnos dos veces en los próximos días, la primera en el estreno de una obra en la que trabajaba y la segunda el 12 de diciembre para festejar el cumpleaños precisamente de Jacobo. Me despedí seguro de verlo en su cumpleaños y seguro también de que no llegaría al teatro. Me equivoque por doble partida.

El  día de mi estreno Jackie llego media hora antes del comienzo y aprovecho para hablar con Jerry nuestro hermano y con mi mamá Kemy. Les dijo que tenía miedo de su esposa Tere, que incluso ya no dormía en su casa prefiriendo pasar la noche en el coche. Luego, a solas con Jerry, le agradeció que lo hubiera rescatado años antes durante su viaje a la India y le comento que quizás necesitaría su ayuda otra vez.

La obra se termino y Jacobo se acerco a felicitarme, recuerdo las cosquillas de su gran barba negra al darme un cariñoso beso.

El 12 de diciembre de 1994 como cada año en México, millones de hogares festejaban a sus Lupitas mientras un pastel se quedaba con las velas intactas, Jacobo no había llegado y no llegaría tampoco a sus próximas catorce fiestas de cumpleaños.

13 comentarios en “26 de noviembre de 1994

  1. Dudi, feliz cumpleaños atrasado. Tanto de lo que cuentas es muy familiar a pesar de haber ya estado yo en USA por muchos años. Mi corazón hacia tí y todos los recuerdos y el sufrimiento que viene aunado a los mismos.

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  2. Gracias por compartir, he recibido mucho de Ud. Y obvio del Dr. Jacobo Grimberg Z. A través de su gran obra! Mi verdadero ser me dice que el Dr. sabía el proceso por el que tenía que pasar, siempre encontró su camino confiando en La Gran Sabiduría! Y sé que desde donde se uncuentre nos sigue mandando sus mensajes, a su familia sobre todo y de pasadita a los que como yo le seguimos aprendiendo! Un gran. Abrazo con Amor! ISABEL

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